Gracias a López Obrador ya no extraño tanto a Laura Bozzo en la TV abierta: “¡Qué paaaaase el desgraciado!”… Aunque, la verdad, Laura Bozzo estaba más entretenida, porque al menos el “desgraciado” del día se sentaba en el estudio a fin de armar sabroso y sonoro escándalo, para divertimento de la audiencia morbosa.
Pensándolo bien, el talk show de López Obrador es una basura de producción, con sus monólogos aburridos, repetitivos y soporíferos, y con sus patiños deslustrados, adormilados y sin ritmo. Vaya, no se coordinan ni en los diálogos.