La iniciativa de la Diputada América Rangel es sumamente sensata y pretende, ante todo, salvaguardar el interés superior del menor, sobre todo en estos tiempos tan extraños y pervertidos donde hay gente que, llevándole la contraria a la biología y a la ciencia misma, cree absurdamente que una persona puede cambiar de sexo y, lo que es peor, cree que un niño puede tomar una decisión tan trascendente como tomar hormonas y someterse a cirugías pensando que “puede cambiar de sexo”. ¡Una total aberración!

La revista Marie Claire se ciñó a la estrategia de marketing deconstructivo, muy propia de nuestros tiempos, y que consiste en poner en el centro del escenario a quienes han estado tradicionalmente al margen o fuera del mismo, es decir, a los “marginados”, a los “marginales”, a los “de afuera”, a los “excluidos”, a los “parias”, a los “invisibilizados”. ¡Ah, malditos Jacques Derrida y Gilles Deleuze, dónde viene uno a encontrarlos!

El Caso de Lucio Dupuy ya alcanzó dimensión mundial, porque se ha vuelto emblemático: ahora ya sabemos hasta dónde puede llegar la putrefacción social e institucional imputable a la nefasta mitología feminista; porque es importante señalar que, como todos los tribunales argentinos están contaminados por la perniciosa “perspectiva de género” (feminismo encubierto, pues), sistemática e irracionalmente estos tribunales inclinan su balanza a favor de las mujeres, sobre todo si éstas se declaran “víctimas del heteropatriarcado”, esa patológica fantasmagoría inventada por el feminismo para justificar sus falacias, sus ficciones, sus falsedades y sus fantasías.

Que no nos quede la menor duda, mis amigos: la Cuba comunista es el más grande campo de concentración de América Latina. Se trata de un centro de confinamiento donde la gente común y corriente es explotada laboralmente por una élite de comunistas, para que esta élite viva a plena satisfacción. Se trata de una dictadura en donde se niegan las libertades más elementales. En Cuba hay una farsa democrática, ya que los ciudadanos sólo pueden votar por el Partido Comunista; la iniciativa privada es reprimida sistemáticamente; la libertad de pensamiento, opinión y manifestación puede llevar a cualquier cubano a la cárcel, al exilio o a la muerte disfrazada de accidente; la libertad de prensa se sostiene, hoy en día, gracias al progreso del Internet pero es hostigada continuamente por la polícia política del Estado; la educación no pasa de ser un siniestro proceso de adoctrinamiento y los servicios de salud son una porquería.

Mis queridos amigos: piensen en Lucio Dupuy la próxima vez que las feministas lesbianas salgan con su dogma del “Orgullo Gay” y del “Yo sí te creo, hermana”. Y piensen muy bien su postura frente a los partidos políticos, los parlamentarios, los gobernadores, los medios masivos de comunicación, las universidades, los líderes de opinión y las ONGs que se muestren favorables a la “ideología de género”.

No nos extraña que López Obrador admire y promueva a un tipo como Carlos Marx: él mismo es producto del adoctrinamiento comunista universitario. Recordemos que, tras el Movimiento del 68 y las fallidas revoluciones setenteras en América del Sur, las aulas universitarias de México se llenaron de “rojos” nacionales y extranjeros que enseñaban el marxismo como “socialismo científico”, y muchos idiotas se lo creyeron todo.

Cárdenas ha pasado a ser una pieza de museo. Su fuerza política del pasado se ha extinto y hoy apenas respira, y lo hace con mucha dificultad. Ha renunciado a su antiguo espíritu de lucha y de resistencia que, al menos en parte, contribuyó a la quiebra del sistema autoritario del Priato, al cual él perteneció por mucho tiempo.