Carlos Arturo Baños Lemoine.
A estas alturas del partido, queda claro que la dizque “Máxima Casa de Estudios” debe cerrar sus puertas, porque está demostrando que como universidad no sirve. Los contribuyentes no debemos pagar una universidad que no funciona como tal.
Así lo hemos visto y comprobado a raíz del movimiento dogmático y totalitario de histerismo colectivo que, en meses recientes, están llevando a cabo las feministas “universitarias” que pretenden adueñarse por completo de la UNAM, cometiendo varios delitos en flagrancia ante la mirada pasiva, indolente e irresponsable de las autoridades universitarias, con el blandengue e inepto de Enrique Graue a la cabeza.
Comencemos por lo esencial: una universidad que no forma mentes para la ciencia simplemente no sirve como universidad.
En las aulas universitarias se debe enseñar a pensar y a conducirse con base en el conocimiento científico, en donde la presentación de pruebas y la demostración de las aseveraciones se vuelven tareas fundamentales.
Pues bien, ahora resulta que las feministas dizque universitarias que se la pasan hablando de “acoso sexual”, no son capaces de presentar las pruebas idóneas para avalar sus dichos: miles de acusaciones que no van acompañadas de las correspondientes pruebas fehacientes, y vaya que es fácil obtenerlas. ¿Eso se puede considerar como una conducta digna de una universitaria? ¡Obvio no!
Nos queda claro que no estamos ante estudiantes con formación científica, sino ante fanáticas promotoras de la “ideología de género”, ante fanáticas que pretenden contaminar con su mitología las aulas universitarias, para que éstas se conviertan en centros de adoctrinamiento de toda esa basura mental.
Entonces tenemos una UNAM con ocho planteles cerrados (70 mil alumnos), porque así lo han dispuesto unas cuantas sectas feministas que, fieles a su naturaleza irracional y violenta, no son sino grupos dogmáticos, totalitarios, delictivos y parasitarios que pretenden imponer su agenda victimista/chantajista en espacios donde debe prevalecer la racionalidad, el debate pensante, la polémica inteligente y la democracia.
Las autoridades universitarias de la UNAM, y de otras universidades públicas, han cometido severos errores con respecto a la “ideología de género”. El principal de ellos ha sido permitir que sus aulas se contaminen con el virus del feminismo, una expresión del irracionalismo que se enmascara en la expresión “perspectiva de género”.
Las estúpidas autoridades universitarias han dejado crecer al feminismo en donde nunca debió crecer: en las aulas universitarias, donde sólo se debe enseñar ciencia, método científico, lógica… ¡y ahora estamos pagando las consecuencias!
Hay que recordar que las feministas están siguiendo el mismo patrón que han seguido otros movimientos dogmáticos y totalitarios, de allí que también se las llame “feminazis”: no olvidemos que las universidades alemanas cayeron en deshonra cuando fueron contaminadas por el virus pernicioso y letal del nacionalsocialismo.
En tiempos del Tercer Reich, las universidades alemanas se convirtieron en asquerosos aparatos de adoctrinamiento y de propaganda del régimen hitleriano.
¿Eso queremos para México?
¿Queremos que nuestras universidades se conviertan en asquerosos aparatos de adoctrinamiento y de propaganda de la “ideología de género”, hoy bien apadrinada, patrocinada y protegida por el gobierno de la Cuarta Transformación?
Más nos vale, pues, cerrar de plano la UNAM y todas las universidades “chairas” que sigan su camino, como la UAM.
Y aprovechemos esta crisis de la UNAM para fortalecer los proyectos de educación universitaria en línea, siempre comenzando con las carreras de ciencias sociales, que son las más contaminadas por la nefasta “ideología de género”, para que toda la gente que quiera estudiar en serio una carrera universitaria, pueda hacerlo sin tener que soportar las estupideces ideológicas que se le quieran imponer en las aulas del sistema tradicional.
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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.
LICANTROPÍA 